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CUADERNO DE TLALOC. Retazos filosóficos de los siglos XIX, XX y XXI.

La gramática común de Agustín García Calvo

 

GRAMÁTICA COMÚN

 

I-                LOS IDIOMAS Y LA LENGUA

 

1.1.      Introducción.

 

Tres fragmentos de Heráclito sobre el lenguaje:

 “Está en todas partes”

 “Todas las cosas suceden según él”

 “De cuantos he oído hablar ninguno llega a tanto como a reconocer que lo inteligente (lo que se entiende) está separado de todas las cosas”

             Aquello que habla de las cosas (el lenguaje) y nombra las cosas no puede ser una cosa en el mismo sentido, de forma que de ahí su separación de las cosas. En el momento en que se le nombra, deja de ser el que nombra. Mientras él está hablando, no se puede hablar de él.

             Esto de que al mismo tiempo esté en todas las partes, constituyendo todas las cosas y a la vez esté separado de ellas, se puede explicar recurriendo a lo que en filosofía se suele llamar sujetos. Es algo que todos los hablantes de una lengua saben, pero a la vez es condición indispensable para su funcionamiento que los hablantes no sepan que lo saben.

             La producción del lenguaje está fuera del nivel consciente. La conciencia puede hacer algo acerca del lenguaje, pero eso no es más que la superficie. En cuanto a los mecanismos en virtud de los cuales se producen interreferencias en el interior de la frase, por los cuales unas partes se combinan con otras, sintácticamente, con relaciones de determinación, de inclusión, etc, son mecanismos ajenos a la conciencia, como si fuera natural. Las reglas que están en el aparato de la lengua es algo que se da por supuesto, de forma natural, y los hablantes no saben que es lo que hacen cuando hablan, al mismo tiempo que es evidente que saben lo que hacen puesto que lo hacen bien y se dan cuanta de cuando lo hacen mal. Si esa separación no se diera la lengua no funcionaría. Hablar a conciencia es imposible.

             Así, el lenguaje está en todos, pero es ajeno a la conciencia de todos. El sujeto del lenguaje es alguien que no es nadie determinado individualmente. Ese sujeto es a quien apunta vagamente el término “pueblo”.

             En la terminología de Freud diríamos que el lenguaje está a nivel subconsciente: aquello que una vez se ha sabido y por algún motivo a tenido que dejar de saberse. (Motivación de censura, de represión en el psicoanálisis, pero aquí no por razones de censura, sino meramente técnicas (es imposible el lenguaje a conciencia). Aquello que una vez se ha sabido a tenido que quedar olvidado de la conciencia para que pueda quedar en condiciones de uso fluido, fuera de la consciencia activa.

             En el lenguaje hay que distinguir regiones diferentes. Ante las producciones lingüísticas cualquier hablante ingenuo es capaz de fijarse en ciertas cosas: vocabulario, palabras, acento, entonaciones, énfasis,… estas son partes relativamente asequibles a la conciencia y por tanto asequibles a manejo por individuos. Sin embargo, a las partes importantes (la gramática)  la conciencia no llega nunca. Esta distinción en importante para separar no netamente del lenguaje de lo netamente de la cultura. Los hechos culturales estarían “por encima”, quedando a nivel más profundo los hechos netamente lingüísticos, no asequibles a conciencia y por tanto no manejables “desde arriba”.

             Desde academias se puede dictaminar respecto a usos de vocabulario, con éxito. En cuestiones de escritura lo mismo, pero es que la escritura es un hecho cultural completamente. El vocabulario semántico (de palabras con referente) es el nivel más superficial del lenguaje, tanto que casi se puede decir que más que lengua es cultura: es la zona de confusión de ambos mundos. Sin embargo el resto de la lengua es extraño a conciencia. Así, no pertenece a ningún hablante, sino que pertenece a ese ente vagamente designado como “pueblo”.

             1.2. Estudio “desde dentro” y “desde fuera”

            El lenguaje se puede estudiar desde fuera y desde dentro. Desde fuera, tratándolo como una cosa. Es un estudio de una parte de la realidad, en la que la ciencia se declara exterior al objeto de estudio; el objeto está ahí para que se trate de él. Es un estudio científico, como la historia, como un hecho social, como algo semejante a una institución. Ahí caben cosas como una historia de las lenguas, una sociología del lenguaje, etc.

             Tres cosas se constatan en esta mirada desde fuera:

             1.- Hay diferentes lenguas (idiomas)

            2.- Las lenguas se parecen

            3.- Se parecen entre sí unas más  que a otras.

             El estudio desde dentro no podrá ser científico, si pretende tratar del lenguaje mismo, no en tanto cosa, sino el lenguaje vivo, siendo él el que constituye las cosas. La gramática ha pretendido presentarse como una ciencia con consecuencias desastrosas para ella misma.  El gramático suele pensar que hace una especie de honor cuando se presenta a sí mismo como científico, y se debe reconocer que este tipo de estudio no puede tener ni los métodos ni las maneras de la ciencia.

             Este estudio debe ser visto como un levantamiento de coverturas: de llevar a la conciencia lo que estaba sumido en la inconsciencia. Gramática con mayúsculas define al estudio de la gramática con minúscula: aquello que todo el mundo sabe, pero sin saber que lo sabe. La función del gramático es desvelar la gramática por medio de la Gramática. Una Gramática que fuera Gramática y nada más, sería más bien una actividad de descubrimiento.

             Un gramático puede descomponer una frase en elementos más pequeños y ver cómo son los límites y las relaciones entre ellos. Puede descubrir que estos límites (espacio en blanco en la escritura) son de ese orden o de este otro; que otro límite implica una formación productiva de la lengua, o que aquel es un límite de nivel inferior, no productivo. Así, estaría descubriendo lo que el hablante a nivel subconsciente ya sabe, aunque no sepa que sabe. Este es el tipo de estudio del gramático. Trata estos hechos como hechos gramaticales de cada lengua.

             De la misma manera el gramático comparativo compara entre diferentes lenguas los mismos aspectos.

             1.3. Qué es el lenguaje, de forma algo más precisa.

             Lenguaje son principalmente dos cosas, y la relación entre ambas, que sería una tercera cosa.

 1.- La producción lingüística

 

            En primer lugar lenguaje es la producción lingüística de un tramo (frase, compuesta de elementos discontinuos). Un tramo indica dos cosas, el comienzo de una frase y el fin de una frase, por un lado, y la separación entre el hablante y el oyente por otra. La frase tiene un comienzo y un final, indicado por una cadencia y una entonación  (asimilable a un intervalo de quinta). El comienzo y el final es asimismo la separación entre yo y tú. Naturalmente la frase está compuesta de elementos discontinuos, separados por acentos menores, asimilables a intervalos de tercera. Y cada palabra está compuesta por una sucesión de fonemas. Todo son elementos discontinuos.

             Se produce en el mundo en el que se habla, cosa diferente al mundo del que se habla (mundo de la realidad); donde hablante y oyente representan dos puntos esenciales. Se produce por frases señalados melódicamente de una dererminada manera.

 2.- El aparato de la lengua.

 

 

            Es el aparato de la producción lingüística

            Una buena representación es una pirámide pentagonal aplanada (representación nada más).

            En la base de la pirámide están los fonemas.

             En la  cara 1 colocamos los índices y reglas sintácticos en sentido estricto (desinencias, preposiciones, reglas de orden de las palabras en la frase…).

             En la cara 2 colocamos los elementos mostrativos (personales del tipo “me” y no personales del tipo “esto”).

             En la cara 3 están la negación, los interrogativos y otros índices metalingüísticos. Es el sitio donde está la raíz de la lógica.

            En la cara 4 están los cuantificadores, subdivididos en indefinidos, del tipo “algo” y definidos del tipo “todo, nada, seis, veinte”.

             Queda una cara, la quinta (el orden evidentemente es inane) que será la única abierta, la correspondiente al vocabulario semántico. Dejamos fuera de la pirámide a los nombres propios porque si el vocabulario semántico es tan superficial que casi ya no es lengua sino cultura, con el nombre propio nos hemos salido ya del aparato de la lengua. Queda abierto porque no contiene un número fijo de vocablos, sino que es variable e indeterminado.

 

             El estatus abierto de esta cara es la que condiciona la evolución de las lenguas. Las lenguas evolucionan en el tiempo, que no es el tiempo de los hablantes, sino el tiempo de la historia.

 3.- La relación entre el aparato de la lengua y su producción

             La representamos como el funcionamiento del aparato de la lengua. Se refiere a la acción de organización de una frase en el momento de su producción. Se forman sacando del aparato palabras, de las diversas caras. Las palabras al salir sufren adherencias de índices (desinencias) destinados a la organización sintáctica, para insertarse en las frases que se producen en el momento. Estos índices pueden ser desinencias, entonaciones o acentos, o reglas de orden de palabras. Se organizan cosas como la relación entre una palabra y otra. Es importante diferenciar la palabra en dos nociones:

             La palabra como elemento previo que está en el aparato. Ideal e impronunciada.

            La palabra sintagmática (la palabra inserta ya en la frase), cargada de índices.

             La transformación de una cosa en otra se da en el instante de la formación de la frase. Una palabra ideal, impronunciable, sale con adherencias que le permite pasar a su vez a la producción de la frase en sus elementos sucesivos. Esta distinción de los dos términos de “palabra” es básica para estudiar el funcionamiento del lenguaje. Si las cosas han funcionado bien esa misma organización se produce en el hablante al pronunciar la frase. Toda esa organización es inconsciente al hablante. Por eso no requiere ningún tiempo, es instantánea. No la hago “yo”.  Esto es: no se hace a conciencia. En algunas lenguas como el turco hasta que la producción de la frase no ha terminado, la organización de la misma no se hace evidente para el oyente.

 1.4. Diversidad de lenguas

             Es precisamente el elemento de “ιδιος ” o privado (individual o idiolecto en último extremo) que está en la palabra idioma lo que se contrapone al lenguaje como común (ξηνος). Lo privado del lenguaje se contrapone así a la definición de lengua como patrimonio común.

             Tenemos una buena descripción de bastantes miles de lenguas, lo que nos permite estudios comparativos (a nivel de estudio externo, desde fuera). Estos estudios permiten una clasificación de las lenguas (aislantes, flexivas, aglutinantes en la vieja nomenclatura), así como parámetros comunes a todos ellos (universales)(. Ahora se habla de una tipología de las lenguas. La diferencia de grandes tipos lingüísticos tiene que ver con la manera en que se produce el salto entre el aparato de la lengua y la producción.

             Lenguas aislantes son aquellas en las que las palabras en el aparato no se cargan con más índices que las reglas de orden a la hora de convertirse en palabras sintagmáticas. Constan de lenguas invariable.

             Las lenguas polisintéticas son el extremo opuesto: la frase está prevista de la manera más íntegra de manera que el núcleo esencial  de la frase sale ya construido; es  una sola gran palabra sintagmática que a la vez encierra sustantivos, complementos, determinantes, anafóricos, etc, ect. creada en el aparato. Las lenguas indoamericanas pertenecen casi todas a este tipo

             Lenguas aglutinantes son aquellas en las que la desfiguración que sufre la palabra al salir se limita a acúmulos, afijos

             Las lenguas flexivas tienen un dispositivo de constitución “en tambor giratorio” de la palabra ideal. La palabra tiene una serie de posibilidades, y en el tránsito a la salida se produce la fijación de una  de las posibilidades (hablamos de la conjugación y de la declinación).

             Mención aparte merece el proceso de traducción, porque en él se hace un paso a nivel consciente. Evidentemente, cuando nosotros, gente culta, queremos acceder a entender otra lengua, hablada o literaria y practicar esto de la traducción, no nos queda más remedio que dar esta vuelta: estamos en la cultura, y entonces de aquí el futuro traductor tiene que proceder a recoger lo que no es consciente, elevado con más o menos fidelidad a planos de consciencia y, una vez que tiene consciencia de la gramática y del vocabulario de la otra lengua, proceder a buscar las equivalencias.

            Sólo en el caso de que el que aprende una lengua extraña llegue a aprenderla de verdad bien (es decir, que llega a olvidarla de conciencia: el criterio para haber llegado a hablar bien una lengua extranjera), sólo en ese caso se produce una devolución a la subconsciencia.

            Esta tipología se acompaña de otro tipo de estudio en estos momentos; la búsqueda de universales. Son dos estudios que parecen oponerse, y por dicha oposición vienen en cierto a ser lo mismo: Se trata de encontrar hechos que no estén determinados por una condición natural (física, etc.), y que se den en todas (o en una gran mayoría) las lenguas del mundo independientemente de la familia o tipo en el que las lenguas estén integradas.

            Tenemos muchos ejemplos de universales: Cuando escuchamos un idioma completamente desconocido somos capaces de saber si una frase es enunciativa o es una orden o una pregunta: existe una base melódica común a todas las lenguas que es un universal. Ninguna lengua del mundo ha construido sus palabras de otra manera que articulando elementos mínimos o fonemas, aunque a nivel escritural (cultural), sea ideográfica. Nada natural hay en el hecho de lo que se dice en medio de una frase entre dos pausas, interrumpiéndola, depende jerárquicamente de la frase en la que está incluida. Sin embargo, es una constante en toda lengua humana. Todas las lenguas conocen el empleo de la negación y de los interrogativos, índices (mostrativos, personales o no personales), vocabulario semántico, etc.

             Esto sugiere que hay una gramática común, profunda. Habría que tomar el aparato y ver cuáles son las partes que aparecen en todas las lenguas, y atribuirlas a la gramática común.

             La Lengua Común tendría todos estos elementos, excepto el vocabulario semántico, que sería sólo un hueco que cada lengua real rellenaría con su propio vocabulario semántico.

             Esto hace pensar que todo niño nace con un dispositivo que le capacita a aprender una lengua cualquiera con toda indiferencia que tiene que relacionarse con estas evidencias claras de una gramática común.

             Para el descubrimiento de la gramática común que subyace a todas las lenguas es un trabajo gramatical, de descubrimiento.

 

II FRASE. PALABRA. FONEMAS Y PROSODIA

             La prosodia es una rama de la lingüística que analiza y representa formalmente aquellos elementos de la expresión oral, tales como el acento, los tonos y la entonación. Su manifestación concreta en la producción de la palabra se asocia de este modo a las variaciones de la frecuencia fundamental, de la duración y de la intensidad que constituyen los parámetros prosódicos físicos.

             Una frase es un tramo de la producción lingüística, es la unidad mayor que tiene carácter gramatical. A la observación exterior no le queda otro criterio válido para determinar qué es una frase y cómo se separa de otras que la entonación del final de frase. Este final se caracteriza como una cadencia por un intervalo “aproximadamente de quinta”, en todo caso un intervalo más amplio que el intervalo de palabra y de una posible coma, intervalos caracterizados de otra manera. El intervalo de fin de frase es perfectamente distinguible del intervalo de acento de palabra.

             Las frases enunciativas y las interrogativas tienen intervalos inversos. El acento de palabra es un intervalo de tercera (MI DO), a condición de que esta palabra no esté en una coma o en el fin de frase; estamos hablando en una palabra de interior.

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